El 22 de enero de 1999 fue presentado a La Moneda un completo informe de la Policía de Investigaciones de Chile, en el que se advertía que una escalada de confrontaciones y enfrentamientos con comunidades indígenas del Sur, particularmente los mapuches, se fraguaba secretamente y estaba por estallar.
Durante el mes de marzo siguiente, un grupo de parlamentarios del Partido Por la Democracia -alertados por las noticias proporcionadas por Investigaciones de Chile y por los propios mapuches- dio crédito públicamente a los temores expuestos y solicitó directamente la aplicación de la Ley de Seguridad Interior de Estado. Con extraordinaria precisión, anticiparon que los principales grupos violentos se estaban organizando en la zona de Traiguén. Inclusive, el senador Roberto Muñoz Barra advirtió al subsecretario de Interior, don Guillermo Pickering, que las actividades forestales que estaban a punto de realizar las empresas Arauco y Mininco sobre 800 hectáreas de pino y eucalipto, iban a ser violentamente reprimidas por las comunidades indígenas que habitaban zonas aledañas ("La Tercera", 4 de marzo de 1999). El acierto a este pronóstico iba a ser escalofriante. Aquel año, sin embargo, se acercaban las elecciones presidenciales, por lo que el Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle poco y nada de interés prestó a este documento en un ambiente eleccionario altamente reñido no sólo por la confrontación entre el concertacionista Ricardo Lagos Escobar y el abanderado de oposición Joaquín Lavín Infante, sino también porque la Concertación habría de vivir su propio proceso de medición de fuerzas internas en las primarias para definir al candidato del bloque, y en las que quedaría marginado Andrés Zaldívar, líder demócrata cristiano al igual que Frei Ruiz-Tagle.
En tales circunstancias, la politiquería cubrió de nubes toda posibilidad de atender con prontitud lo que estaba sucediendo en Arauco y el Gobierno desestimó explícitamente la posibilidad de nuevos conflictos, creyendo que los pocos que se contaban a la fecha eran situaciones aisladas. Poco responsable y siempre contradictorio, el subsecretario Pickering declaró en la prensa sobre estas advertencias: "...el pueblo mapuche no está en una actitud de violencia ni pretende violar el orden institucional del país. Los incidentes ocurridos son focos puntuales, protagonizados por pequeños grupos".
Increíblemente, mientras La Moneda hacía estas declaraciones que hoy resultan irónicas por su casi patológica ingenuidad, en la zona de Collipulli comenzaban a agruparse unos 130 propietarios agrícolas en torno a un "Frente Comunal por la Defensa de las Tierras", ante la inminencia de que el conflicto se venía encima.
Y, para manchar más de sarcasmo la candidez del Gobierno, los graves incidentes anunciados comenzaron en la madrugada día siguiente al de las declaraciones de Pickering, cuando un grupo de 300 exaltados de las comunidades Temulemu, Dadaico, Pantano y Lumaco, cuidadosamente organizados en filas de "choque" y "autodefensa" y dirigidos por un "comandante" (al estilo de los batallones callejeros marxistas) atacó a brigadistas y carabineros del fundo Chorrillos, al Suroeste de Traiguén, en la IX Región. Catorce heridos y diez detenidos fue el saldo de la violenta noche.
La insoportable apatía por parte de La Moneda, que poco y nada cambió al asumir Lagos Escobar, caía como maná del cielo para grupos de agitación política que operaban en Chile como filiares de grandes ONG's humanistas, antirracistas y ecologistas de Suecia, España y otros países de Europa a los que los "dirigentes" mapuches viajan con curiosa regularidad. Es contradictorio que este discurso en pro de un trato especial por determinadas razas venga de organizaciones tales como Amnesty International o la Agencia de Desarrollo Internacional, cuyos publicistas se han esmerado en convencer a la comunidad intelectual internacional de que las "razas" precisamente no existen, presentado trabajos científicos como prueba.
También existirían influencias provenientes de otras ONG's como el "Committee on the International Decade", del Partido Comunista norteamericano; de la llamada "League of Indigenous Sovereign Nations of the Western Hemisphere"; de la "Anti-Slavery International" inglesa; de la "Agencia Amerindia" española; de la "Organización de Naciones y Pueblos No Representados", del "Centro de Estudios y Documentación Latinoamericanos" y del "Consejo Indígena", los tres con sede en Holanda; del "Comité Belga América India"; el "Work Group for Indigenous Affairs" de Dinamarca; de la "Asociación Mapuche Relmu" de Francia; de los grupos "Lund", "Ñuke Mapu" y "Voz Roja Nacional Mapuche" de Suecia; y la "Red de Apoyo a los Pueblos Indígenas" noruega. También se sabe de contactos con la "Red Intercultural Tinku" de Finlandia, extraño organismo que apareció involucrado en el levantamiento indígena del territorio del Ecuador.
La decidida y temeraria actuación de esta clase de movilizaciones "indigenistas" -que cuenta con la venia y la asistencia de importantes autoridades parlamentarias- llegó incluso a la interrupción de discursos de autoridades y hasta del propio Presidente de la República durante el año 2000.
Con el tiempo se volverían cada vez más frecuentes las violentas tomas de estancias y haciendas, así como de plantas forestales, incendios de barracas y bosques y otra serie de acciones delictivas con un claro sino de terrorismo, a las que el Gobierno se excusó permanentemente de reprimir, alegando no contar con la capacidad necesaria de fuerza (cosa de la que se olvidó el año 2004, cuando ahora la capacidad sí alcanzaba para enviar cientos de efectivos hasta Haití).
Los grupos de subversión "indigenista" en Chile están ligados principalmente al Consejo de Todas las Tierras y a los llamados Movimiento Identidad Cultural Lafkenche y Coordinadora Arauco-Malleco. Una parte importante de su financiamiento procede de fondos solidarios de países como Suiza y Suecia, entregados bajo el concepto fachada de ser "proyectos de promoción cultural y social indígena".
Se han revelado distintos niveles de nexos, también, con conocidos activistas europeos cuyo grado concreto de relación con la agitación "indigenista" en Chile no ha sido reconocida ni precisada. Entre ellos, figuran los diputados verdes Noel Mamère y Jean Launay, ambos de la izquierda ecológica francesa; la Fundación France Libertés, organismo dependiente del Partido Socialista francés; y no menos importante sería la participación de diputados socialistas españoles como Francisco Fuentes, Teresa Cuniliera y Jordi Pedret y el vasco Carlos Caballero, éste último varias veces señalado como miembro de la ETA. Lo mismo sucede con Olaf Kaltmeier del "Institut für Theologie und Politik" de Münster, Alemania, y con Gastón Lion del "Association Amérique Indienne", en Bélgica.
Durante el mes de marzo siguiente, un grupo de parlamentarios del Partido Por la Democracia -alertados por las noticias proporcionadas por Investigaciones de Chile y por los propios mapuches- dio crédito públicamente a los temores expuestos y solicitó directamente la aplicación de la Ley de Seguridad Interior de Estado. Con extraordinaria precisión, anticiparon que los principales grupos violentos se estaban organizando en la zona de Traiguén. Inclusive, el senador Roberto Muñoz Barra advirtió al subsecretario de Interior, don Guillermo Pickering, que las actividades forestales que estaban a punto de realizar las empresas Arauco y Mininco sobre 800 hectáreas de pino y eucalipto, iban a ser violentamente reprimidas por las comunidades indígenas que habitaban zonas aledañas ("La Tercera", 4 de marzo de 1999). El acierto a este pronóstico iba a ser escalofriante. Aquel año, sin embargo, se acercaban las elecciones presidenciales, por lo que el Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle poco y nada de interés prestó a este documento en un ambiente eleccionario altamente reñido no sólo por la confrontación entre el concertacionista Ricardo Lagos Escobar y el abanderado de oposición Joaquín Lavín Infante, sino también porque la Concertación habría de vivir su propio proceso de medición de fuerzas internas en las primarias para definir al candidato del bloque, y en las que quedaría marginado Andrés Zaldívar, líder demócrata cristiano al igual que Frei Ruiz-Tagle.
En tales circunstancias, la politiquería cubrió de nubes toda posibilidad de atender con prontitud lo que estaba sucediendo en Arauco y el Gobierno desestimó explícitamente la posibilidad de nuevos conflictos, creyendo que los pocos que se contaban a la fecha eran situaciones aisladas. Poco responsable y siempre contradictorio, el subsecretario Pickering declaró en la prensa sobre estas advertencias: "...el pueblo mapuche no está en una actitud de violencia ni pretende violar el orden institucional del país. Los incidentes ocurridos son focos puntuales, protagonizados por pequeños grupos".
Increíblemente, mientras La Moneda hacía estas declaraciones que hoy resultan irónicas por su casi patológica ingenuidad, en la zona de Collipulli comenzaban a agruparse unos 130 propietarios agrícolas en torno a un "Frente Comunal por la Defensa de las Tierras", ante la inminencia de que el conflicto se venía encima.
Y, para manchar más de sarcasmo la candidez del Gobierno, los graves incidentes anunciados comenzaron en la madrugada día siguiente al de las declaraciones de Pickering, cuando un grupo de 300 exaltados de las comunidades Temulemu, Dadaico, Pantano y Lumaco, cuidadosamente organizados en filas de "choque" y "autodefensa" y dirigidos por un "comandante" (al estilo de los batallones callejeros marxistas) atacó a brigadistas y carabineros del fundo Chorrillos, al Suroeste de Traiguén, en la IX Región. Catorce heridos y diez detenidos fue el saldo de la violenta noche.
La insoportable apatía por parte de La Moneda, que poco y nada cambió al asumir Lagos Escobar, caía como maná del cielo para grupos de agitación política que operaban en Chile como filiares de grandes ONG's humanistas, antirracistas y ecologistas de Suecia, España y otros países de Europa a los que los "dirigentes" mapuches viajan con curiosa regularidad. Es contradictorio que este discurso en pro de un trato especial por determinadas razas venga de organizaciones tales como Amnesty International o la Agencia de Desarrollo Internacional, cuyos publicistas se han esmerado en convencer a la comunidad intelectual internacional de que las "razas" precisamente no existen, presentado trabajos científicos como prueba.
También existirían influencias provenientes de otras ONG's como el "Committee on the International Decade", del Partido Comunista norteamericano; de la llamada "League of Indigenous Sovereign Nations of the Western Hemisphere"; de la "Anti-Slavery International" inglesa; de la "Agencia Amerindia" española; de la "Organización de Naciones y Pueblos No Representados", del "Centro de Estudios y Documentación Latinoamericanos" y del "Consejo Indígena", los tres con sede en Holanda; del "Comité Belga América India"; el "Work Group for Indigenous Affairs" de Dinamarca; de la "Asociación Mapuche Relmu" de Francia; de los grupos "Lund", "Ñuke Mapu" y "Voz Roja Nacional Mapuche" de Suecia; y la "Red de Apoyo a los Pueblos Indígenas" noruega. También se sabe de contactos con la "Red Intercultural Tinku" de Finlandia, extraño organismo que apareció involucrado en el levantamiento indígena del territorio del Ecuador.
La decidida y temeraria actuación de esta clase de movilizaciones "indigenistas" -que cuenta con la venia y la asistencia de importantes autoridades parlamentarias- llegó incluso a la interrupción de discursos de autoridades y hasta del propio Presidente de la República durante el año 2000.
Con el tiempo se volverían cada vez más frecuentes las violentas tomas de estancias y haciendas, así como de plantas forestales, incendios de barracas y bosques y otra serie de acciones delictivas con un claro sino de terrorismo, a las que el Gobierno se excusó permanentemente de reprimir, alegando no contar con la capacidad necesaria de fuerza (cosa de la que se olvidó el año 2004, cuando ahora la capacidad sí alcanzaba para enviar cientos de efectivos hasta Haití).
Los grupos de subversión "indigenista" en Chile están ligados principalmente al Consejo de Todas las Tierras y a los llamados Movimiento Identidad Cultural Lafkenche y Coordinadora Arauco-Malleco. Una parte importante de su financiamiento procede de fondos solidarios de países como Suiza y Suecia, entregados bajo el concepto fachada de ser "proyectos de promoción cultural y social indígena".
Se han revelado distintos niveles de nexos, también, con conocidos activistas europeos cuyo grado concreto de relación con la agitación "indigenista" en Chile no ha sido reconocida ni precisada. Entre ellos, figuran los diputados verdes Noel Mamère y Jean Launay, ambos de la izquierda ecológica francesa; la Fundación France Libertés, organismo dependiente del Partido Socialista francés; y no menos importante sería la participación de diputados socialistas españoles como Francisco Fuentes, Teresa Cuniliera y Jordi Pedret y el vasco Carlos Caballero, éste último varias veces señalado como miembro de la ETA. Lo mismo sucede con Olaf Kaltmeier del "Institut für Theologie und Politik" de Münster, Alemania, y con Gastón Lion del "Association Amérique Indienne", en Bélgica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario